
Por Fredy León
El impresionante movimiento de masas que se ha puesto a andar luego de la instauración de la dictadura cívico-militar ha modificado radicalmente el escenario político. Tenemos una dictadura que no controla el país; un parlamento sin iniciativa política y arrastrando el peso muerto de la historia; una cúpula militar-policial con ambiciones políticas y que han comprometido seriamente el prestigio de estas instituciones que va obligar a repensar su rol en la sociedad y un grupo de empresarios dispuestos a perder algo de dinero para no perder el control politico del estado.
La dictadura está arrinconada pero no está derrotada aún. El movimiento popular ha mostrado una enorme fuerza táctica que se ha puesto en tensión en las grandes movilizaciones, pero carece de una estrategia para derrotar a la dictadura.
Aquí no se está luchando solo contra un gobierno dictatorial sino contra un poder estatal que se ha unido en la defensa de todo el tambaleante regimen político y económico que surgió de la constitución del 93.
La dictadura va caer no solo por la presión de las masas sino también porque junto a esa lucha de masas tiene que surgir una alternativa real de poder para ocupar ese vacío político que va dejando la dictadura.
Construir esa alternativa de poder pasa necesariamente por articular la unidad de todos los sectores sociales en lucha ganando aliados y trabajando con responsabilidad para ir hacia una confluencia del movimiento social con el movimiento político y forjar el instrumento político-social que permita elevar el nivel de lucha, construir poder popular a nivel nacional disputando y desplazando a la dictadura del control de los aparatos del estado y crear ese «estado mayor» responsable de conducir y llevar a la victoria a este movimiento popular.
A la actual lucha le sobra heroismo pero lo que le falta es una visión de poder.