De la crisis su parodia

Por Fredy León

Lo más indignante de todo este miserable espectáculo que nos ofrece esa mediocre clase política radica en que es el pueblo peruano -con su trabajo, esfuerzo, sudor y tristezas que son muchas- quienes les pagan un suculento sueldo al presidente, ministros y congresistas para que gobiernen el país y solucionen los problemas que las más de las veces ellos mismos lo crean.

Pero en este país convertido por gracia de esa clase política en un gran burdel, como acertadamente lo definiera hace tiempo Pablo Macera, son los propios representantes elegidos por el pueblo, y que cobran puntualmente por los torpezas que cometen, quienes vienen destruyéndo el país e inventando nuevos problemas que hacen terriblemente insoportable la vida de la gente común y corriente.

La crisis política la han convertido en un gran negocio de unos pocos, de los que explotan nuestros recursos naturales y de los que viven del presupuesto nacional, pues cuando hay un estado debil, un gobierno ineficiente y un congreso de zánganos, resulta más fácil y sencillo hacer grandes negocios sin que nadie controle nada, aprobar leyes sin debates públicos y manejar el presupuesto sin rendir cuentas a nadie.

Basta ver las cuentas nacionales para entender como en momentos de crisis política las grandes fortunas se siguen incrementando mientras los salarios, pensiones, servicios públicos y condiciones de vida de millones de peruanos se vuelven cada vez más precarias. Las desigualdades económicas crecen y las enormes diferencias que existen entre un hospital público o una clínica privada o un colegio estatal y uno privado, entre la ciudad y el campo son cada vez más abismales.

El Perú siempre ha vivido de crisis en crisis, lo único que ha cambiado es que los actores son cada vez más mediocres e ineptos y el público menos exigente y más conformista. La noción de patria naufraga en medio de la podredumbre, el individualismo egoista, la indiferencia y la falta de un verdadero proyecto nacional.

Ya lo dijo Gonzales Prada hace más de 100 años «El Perú fué cuerpo vivo, expuesto sobre el mármol de un anfiteatro, para sufrir las amputaciones de cirujanos que tenían ojos con cataratas seniles i manos con temblores de paralítico.»

Y esto seguirá asi hasta que el pueblo no gane su derecho a convertirse en la nueva fuerza dirigente del país, construya su unidad y asuma la conducción política del estado. La burguesía ha fracasado en su intento de dirigir el estado y construir una nación prospera y democrática. Las preocupaciones de esa burguesía raquítica y antipatriota se terminan en defender a raja tabla el capítulo económico de la constitución impuesta por la dictadura corrupta y asesina del fujimontesinismo, en mantener las leyes que favorece las inversiones extranjeras, las exoneraciones tributarias o los incentivos a los regimenes especiales.

Esa visión exclusiva y excluyente de país está en crisis total y ni el gobierno ni el congreso tienen la voluntad ni la convicción para cambiar. La actual lucha de poderes es una disputa esteril por preservar sus pequeños privilegios y por defender, unos desde el inmovilismo y otros desde la nostalgia del fujimontesinismo, un modelo económico y político que no ha logrado sacar al país del subdesarrollo ni mejorar las espectativas de vida de las grandes mayorías.

Ni la vacancia presidencial ni el cierre del congreso van a solucionar por si sola los problemas del país que al fin de cuenta son los problemas de su gente común y corriente: falta de trabajo, salarios miserables, pensiones de hambre y servicios públicos deficientes.

¿Qué nos ofrece la derecha bruta, achorada e ignorante? Lo mismo de siempre: dar todas las facilidades a los dueños del capital para que exploten el país y esperar el «chorreo económico» para ver si mejoran las condiciones de vida de los que viven de su trabajo.

¿Y Castillo? Nada. Su imaginación política desapareció junto a su sombrero cajamarquino y sus convicciones políticas duraron menos de lo que dura una promesa de amor y lealtad de Keiko.

El país, para salir de la crisis de gobernabilidad y aspirar a un futuro mejor, necesita tomar medidas radicales y de fondo, los maquillajes políticos y el miedo nos conducen a la nada.

Hay que convocar a una Asamblea Constituyente para discutir qué tipo de país queremos y cómo podemos construirlo; hay que cerrar el congreso improductivo -¿cuántas leyes aprobaron?-, obstruccionista y obsesionado con una visión golpista; hay que aprobar el adelanto de elecciones generales y terminar con la agonía final de un gobierno que vive asistido por un respirador artificial y un congreso que es una vergüenza nacional y hay que obligar a que Castillo forme un gabinete de consenso nacional para conducir el país durante ese proceso de transición hacia una nueva institucionalidad democrática.

Y para logra esa victoria que el futuro nos debe hay que construir una nueva mayoría política y social con una propuesta de país que responda a los intereses del pueblo trabajador, ganar la conciencia y movilizar a esas mayorías silenciosas con un discurso claro y radical, deslindar con la derecha corrupta y atraer a esos sectores vacilantes y dubitativos que apoyaron a Castillo y ven que no tiene el valor ni la voluntada para honrar sus promesas de campaña.

La crisis política ha devenido en una parodia, solo la acción conciente y organizada de nuestro pueblo puede salvarnos del caos al que un congreso deslegitimizado y un gobierno errático nos vienen conduciendo.

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"Nada de lo que es humano me es ajeno." Federico Engels
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