
Por Fredy León
El panorama de las izquierdas de aquí al 2026 es desolador; no tienen ninguna opción de luchar para ser gobierno, no tienen un mínimo de organización, son una fuerza en descomposición programática y han perdido sus vínculos históricos con el movimiento popular, aunque por ahí existan algunos ilusos que sueñan con que la política es cosa de milagros y no de correlaciones de fuerzas sociales y materiales que se construyen en la lucha con organización, conciencia política, líderes populares y voluntad unitaria.
Las izquierdas no solo van a cargar todo el pasivo de la pésima gestión del gobierno de Castillo en un país donde es normal que el gobierno saliente sea castigado en las urnas; sino es muy probable, dado el precario nivel de organización, fragmentación, sectarismo y carencia total de líderes, que no tengan candidato presidencial propio en el 2026. Solo Perú Libre y Juntos por el Perú conservan su registro electoral. Nuevo Perú, o lo que queda del proyecto impulsado por Verónika Mendoza, va por su tercer intento de obtener su reconocimiento legal. El resto, o sea el PC, PR, PSR y esa nebulosa de colectivos sin presencia real de masas, ahí todo es confusión, silencio y soledad.
Lo sucedido en las elecciones municipales y regionales es probable que se repita en las presidenciales del 2026: unas elecciones donde las derechas van a correr solas.
Y por si esto fuera poco, la presencia activa de Antauro Humala virtual candidato presidencial para el 2026, va ser un clavo candente en las ojotas desgastadas de las izquierdas, desgastadas no por haber andado sino por estar marcando el paso en el mismo lugar.
¿Qué hacer?
Primero, tomar conciencia real de la situación de crisis y descomposición en que se encuentran las izquierdas. Acabar con todo ese discurso conformista y autocomplaciente que se contenta con inventar una muralla china para no ver la realidad y separar las grandes exigencias de los tiempos políticos con la situación de precariedad y debilidad en que viven las izquierdas. No se sale del hoyo cavando hacia abajo.
Segundo, entender que el sectarismo es la causa principal de casi todas nuestras derrotas y fracasos. Ninguna fuerza política de izquierda está en la capacidad real de enfrentar, derrotar a la derecha y ejecutar el programa de cambios y transformaciones que el país necesita. Si alguna lección podemos extraer del gobierno de Castillo es que no basta con ganar las elecciones, se necesita tener una fuerza política junto a un movimiento social organizado y a la ofensiva que sean las verdaderas fuerzas impulsoras del proceso de cambio.
Tercero, necesitamos construir un proyecto estratégico colectivo de largo plazo donde el socialismo sea el objetivo a alcanzar. Hay que abandonar las visiones coyunturalistas y cortoplacistas que ven las próximas elecciones como su único objetivo. Necesitamos construir militancia, forjar organización, crear conciencia, promover nuevos liderazgos y hacer política para escribir la nueva historia de nuestra martirizada patria. Los hechos tienen que acompañar a las palabras.
Cuarto, unidad, unidad y más unidad. Las peculiaridades históricas del proceso de desarrollo de nuestra nación en formación han configurado un escenario político que ha favorecido a la aparición de una diversidad de organizaciones y proyectos políticos que, desde sus propias opciones, han contribuido de manera importante al surgimiento de una conciencia política identificada con las ideas revolucionarias y el socialismo. La diversidad no es un mal en sí mismo siempre y cuando entendamos que la fuerza real y potencialidad transformadora radica en su unidad. Hoy el principal acto revolucionario y de compromiso real con las necesidades de nuestro pueblo radica en construir la unidad política y social de todas las fuerzas y sectores que rechazan las políticas neoliberales y buscan construir una nueva forma de organización social. Unidad para luchar y unidad para triunfar. Necesitamos forjar una unidad programática, orgánica, disciplinada, militante y con la firme convicción de hacer historia en el verdadero sentido mariateguista, historia es duración.
Quinto, el camino de la unidad ha resultado un proceso muy complicado principalmente por nuestro sectarismo y falta de voluntad unitaria. Esto no significa desconocer las naturales discrepancias y diversidad de opiniones que existen en las izquierdas, pero si construirmos una cultura de debate que ponga más énfasis en la búsqueda de lo que nos une en vez de acentuar lo que nos divide, creo que podríamos avanzar más rápido de lo que imaginamos. Y en esa tarea los que se denominan comunistas, los que de palabra reivindican la tradición histórica de la obra del Amauta tienen una gran responsabilidad. Marx hablaba de los comunistas como el sector más conciente de ese movimiento que se rebela contra la explotación capitalista. “Los comunistas son, pues, prácticamente, la parte más decidida, el acicate siempre en tensión de todos los partidos obreros del mundo; teóricamente, llevan de ventaja a las grandes masas del proletariado su clara visión de las condiciones, los derroteros y los resultados generales a que ha de abocar el movimiento proletario.” Y eso hay que exigir a los camaradas del PC y PR, que minimamente sean coherentes con el nombre que llevan. La unidad es una gran consigna, pero sobre todo es una tarea concreta. ¿Si los comunistas no son capaces de transitar por el camino de la unidad, cómo pueden pedir a los trabajadores que se unan? ¿Qué tiene mayor trascendencia histórica, mantener unas siglas envejecidas o construir un partido más fuerte para intentar luchar por la revolución?
Sexto, el 2026 está perdido, las izquierdas están en proceso de extinción y lo que puede venir el 2026 no será nada bueno ni para el país ni para los trabajadores. La unidad de las izquierdas es urgente y necesaria, en primer lugar para sobrevivir, y luego para dar continuidad a esa lucha que viene de lejos, para luchar por un Perú nuevo en un mundo nuevo. En el PC la generación histórica ha desaparecido y los que vinieron después demostraron no estar en posibilidades de asumir esa gran tarea histórica; lo mismo sucede en PR, su generación fundadora está culminando su ciclo de la vida y los que vienen tras de ellos solo reproducen el sectarismo y la pequeñez de mira. Necesitamos un partido de los comunistas peruanos no para enterrar a nuestros muertos sino para luchar por esos objetivos expuestos por Carlos Marx, el fundador del comunismo científico, “El objetivo inmediato de los comunistas es idéntico al que persiguen los demás partidos proletarios en general: formar la conciencia de clase del proletariado, derrocar el régimen de la burguesía, llevar al proletariado a la conquista del Poder.”
Septimo, ¿Y si nos unimos? Tendremos más responsabilidades, cargaremos con toda la historia e ilusiones de todo un pueblo que siempre luchó y pocas veces saboreó la victoria. Si nos unimos que nadie se extrañe de que nuestra lucha será más dificil, la militancia más complicada, la disciplina más exigente, el compromiso con el pueblo más duro, las exigencias morales serán más inflexibles, la historia nos juzgara con mayor severidad y la única recompensa a la que podamos aspirar será la posibilidad de triunfar y abrir esas anchas alamedas por donde pase el hombre libre y feliz.