Por Fredy León
La crisis política es total. Es una crisis de credibilidad ciudadana y una crisis terminal de las instituciones del corrupto e ineficiente estado neoliberal; nadie confía en nadie, la palabra se ha prostituido por completo, los que tienen poder actúan por encima de lo que la ley manda y las instituciones del estado están sometidas al capricho e intereses de pequeños grupos.
El poder judicial es una olla de grillos, un día ordenan la detención de los implicados en corrupción y al día siguiente deciden ponerlos en libertad. El congreso ha perdido todo sentido de dignidad, basta escuchar lo que discuten para sentir el olor nauseabundo que se respira en ese recinto. El poder ejecutivo no tiene un rumbo definido, no bastan las buenas intenciones para dirigir el país en medio de una tormenta infernal, se necesita divisar un puerto seguro y tener la valentía para llegar.
La propuesta del referéndum, importante en su momento por haber obligado a los actores políticos a tomar una posición frente a los actos de corrupción, ha sido rebazada por los acontecimientos. La corrupción aparece intimamente vinculado a un proyecto de país impuesto en 1993 y que es defendido por el fujimontesinismo y sus socios menores, el Apra
Por la manera como ha ido evolucionando la crisis destapada por IDL, ya no se trata ahora de poner parches superficiales a esa crisis total. Son todas las instituciones del estado neoliberal que han colapsado, que han perdido la confianza ciudadana y cuyo funcionamiento no responden a la idea de un país democrático donde exista un verdadero estado de derecho -igualdad de todas las personas ante la ley e independencia real de los poderes del estado- y permita cohesionar a la sociedad en base a promover aspiraciones comunes y garantizar el respeto a la convivencia social.
El dilema actual que se nos presenta -no el de hace dos meses, cuando saltó el escándalo de los audios- es si todo el esfuerzo lo reducimos a coger del lobo unos simples pelos o vamos con todo y nos decidimos por coger al mismo lobo.
Reducir la crisis del estado neoliberal al tema de la unicameralidad o bicameralidad y creer que la mejor -o la única- salida es el referéndum, es contentarse simplemente con los pelos del lobo cuando de lo que se trata es de atraparlo para que no siga diezmando al desguarnecido gallinero.
El referéndum es una batalla importante, más por la torpeza con que vienen actuando la alianza aprofujimontesinista que por ser una salida integral al momento que vivimos, pero no es la lucha decisiva donde se va dirimir el futuro del país. La lucha principal es si se mantiene la constitución neoliberal del 93 impuesta por la dictadura fujimontesinista o el país se libera de las ataduras del pasado y decide dar un paso hacia su libertad como nación y salir de la crisis terminal del modelo neoliberal para reencontrar su futuro y encaminarse por la senda del desarrollo y bienestar común.
No es el pelo, es el lobo.