Por Fredy León
La designación de César Villanueva (APP) como nuevo Primer Ministro y Edmer Trujillo como Ministro de Transportes y Comunicaciones tienen un denominador en común: son amigos íntimos del Presidente; cosa que no está mal, salvo para quienes creemos que el gabinete no puede reducirse a un simple club de amigos que se reunen para celebrar su buena suerte y apoyarse mutuamente, «en las buenas y en las malas», como hacen los amigos de verdad.
Es cierto, entre los miembros del gabinete tiene que existir un grado de empatía personal, pero esa empatía no puede ser únicamente producto de los lazos amicales, sino debe ser resultado de haber compartido los mismos ideales político; es decir, tiene que existir elementos políticos comúnes que los identifiquen y cualifiquen para formar parte del poder ejecutivo, organismo que tiene la responsabilidad de tomar decisiones políticas que comprometen la vida de 30 millones de peruanos.
Los integrantes del nuevo gabinete deberían minimamente compartir la misma visión de país y estar identificados con los objetivos políticos que dice defender el nuevo presidente. Y por eso, hubiera sido importante conocer antes, qué es lo que el nuevo presidente piensa y propone al país, algo que hasta ahora resulta un secreto envuelto en un misterio.
Su discurso de investidura ha sido falto de ideas, carentes de propuestas y ha dejado mas dudas que certezas.
El gabinete no es un estanco segmentado de cuotas de poder personal destinados a los amigos del presidente y donde cada ministro puede hacer lo que le parezca, según su libre albedrío; sino que es un poder unitario de responsabilidades políticas compartidas, que actua bajo un mismo objetivo y cuyas funciones están señaladas por los lineamientos políticos trazados por el presidente y delimitadas por la ley de presupuesto del 2018.
En un clima democrático normal con un sistema político de partidos que representan la voluntad de sus votantes, lo indicado sería que el primer ministro provenga de la misma agrupación política que el presidente. Total, el poder emana de la voluntad soberana del pueblo y los votantes, supuestamente, optaron en las elecciones por un plan de gobierno y depositaron su confianza en las personas comprometidas con esa propuesta de gobierno.
Pero el país hace tiempo que vive una situación anómala, una crisis política permanente, con una institucionalidad democrática extremadamente precaria y donde el poder se parte y reparte sin respetar la voluntad del pueblo.
Eso es lo que estamos presenciando en la era Vizcarra con la designación de un político reciclado, un saltimbanqui de la política peruana en el cargo de primer ministro. César Villanueva ha dado el triple salto de primer ministro fallido durante al gobierno de Humala, a ser congresista elegido por el partido de Acuña para terminar convertido en el nuevo Premier del gobierno de Vizcarra.
No discuto los méritos personales que seguramente debe tener Villanueva, lo que señalo es que la sinuosidad de su conducta política genera todo tipo de dudas y suspicacias.
Villanueva fue candidato por la agrupación de Acuña e imagino que fue porque compartía la propuesta política del díscolo fallido aspirante presidencial. Ahora en el cargo de primer ministro ¿Qué plan de gobierno va defender? ¿El de APP o el de PPK? ¿A quién va ser leal, a Acuña que lo llevó como candidato al congreso o a Vizcarra que le ofreció el codiciado puesto de primer ministro? No se puede cabalgar simultaneamente sobre los lomos de dos caballos.
Personalmente prefiero a un político que en las buenas y en las malas se mantenga consecuente con sus ideales y principios a un saltimbaqui de la política que prefiere acomodarse y adaptarse a los cambios de humores propios de la politiqueria criolla y que actúa bajo las enseñanzas del otro Marx, el famoso comediante que retrato con genialidad la hipocrecia de los políticos de 5 céntimos que se arrastran por el poder «Estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros.»
En política la lealtad no puede ser entendida como un acto de sumisión a la persona que le ofrece un puesto de trabajo bien renumerado en el nuevo gabinete; sino esa lealtad tiene que ser a la defensa de determinados postulados políticos que se comparten y por los cuales se han luchado codo a codo.
Al no existir ese hilo político común que identifique a Vizcarra con Villanueva que provienen de diferentes colectividades políticas, y al no haber hecho el nuevo presidente una suerte de declaración política de cuáles son los objetivos de su gobierno, es difícil saber bajo qué programa de gobierno gobernará el nuevo Premier y bajo qué criterios políticos se definirán los nombres del nuevo gabinete.
En ese ambiente de improvización y precariedad política, agudizado por esa mala costumbre del secretismo y falta de transparencia en la conducta de nuestros gobernantes, lo más probable es que el nuevo gabinete quedará conformado por el pequeño círculo de amigos del presidente. Será un gabinete sin poder real, semejante a un pequeño volantin en el aire y que volará de acuerdo a donde soplen los vientos del poder.
Y en el Perú, el verdadero poder que funciona a la perfección, es el poder económico.