El discurso de PPK

Por Fredy León

 

El mediocre discurso presidencial de PPK adolece de un grave problema: es la visión de una clase social agotada que carece de un proyecto nacional propio y que históricamente se ha mostrado incapaz para unir y generar un ambiente de optimismo que movilice a todas las fuerzas sociales que componen la nación peruana en busca de objetivos comunes.

 

El discurso de PPK representa al viejo país que marcha sin rumbo y que cada 28 de julio tiene que disfrazarse con un mensaje patriotero de saludo a la bandera y reverencia formal a los símbolos patrios, de enumeración de un listado de buenas intenciones y reiteración de promesas incumplidas, un discurso donde a fuerza de repetir el mismo libreto las palabras van envejeciendo y los conceptos perdiendo su sentido original.

 

En su discurso no hubo silencios ni omisiones. Lo manifestado por PPK refleja con claridad las prioridades y objetivos de su gobierno. Fue más de lo mismo, sin ideas nuevas ni capacidad de repensar el destino de la patria en pleno siglo XXI y en medio de un mundo convulsionado que enfrenta graves problemas que amenazan la misma existencia de la humanidad.

 

PPK cree que la viabilidad de la patria depende de la buena voluntad de los inversionistas extranjeros, que su principal tarea es otorgar todas las facilidades al gran capital para lograr retomar la senda del crecimiento económico -manteniendo intacto un modelo que genera desigualdad e injusticia- y que la democracia es un simple ritual que termina al momento de depositar el voto.

 

PPK tiene un concepto mutilado e unilateral de la patria. Su visión de país representa a una clase elitista y arrogante preocupada en mantener el poder para preservar sus privilegios económicos, por eso se muestra insensible frente a los problemas tangibles del pueblo. Sus erráticas alusiones y vergonzante intervención en los problemas internos de Venezuela contrastan radicalmente con el silencio sepulcral que mantiene frente a los problemas sociales que agobian a nuestro país y que están tocando las puertas de palacio de gobierno. Con su discurso, PPK ha ratificado su intención de tener como único interlocutor al fujimontesinismo y ha demostrado que no tiene la misma voluntad de diálogo con los de abajo, que no le interesa buscar soluciones a las demandas del pueblo, como es el caso de las prolongadas huelgas de los maestros y médicos que con toda justeza exigen un aumento de sus miserables salarios.

 

PPK es un presidente que vive alejado de la realidad del pueblo, sin ideales de patria y sin un horizonte definido que movilice la conciencia nacional, y su discurso presidencial fue la voz pesimista de una clase social anclada en el pasado y que no despierta entusiasmo ni optimismo por el futuro.

 

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