Algunos creen que frente a los actos de corrupción basta con indignarse y mostrar su rechazo y enojo para que la corrupción desaparezca. Otros creen que la lucha contra la corrupción se pude librar lejos de la política y defendiendo la supuesta naturaleza a-política de los que dicen luchar contra la corrupción. Y en medio de ellos, no faltan las voces destempladas de los que proclaman a los cuatro vientos que todos los políticos son corruptos y se hacen eco de esa difusa consigna que exige “que se vayan todos.”
Y es que en momentos de desánimos y confusión es facil que se pierdan de vista los objetivos y algunos les gane la vieja política del gatopardismo “cambiar todo para al final no cambiar nada.”
La corrupción no es un fenómeno abstracto que se genera en la estratósfera y que se produce por razones oscuras. La corrupción es un problema social concreto que tiene que ver con una práctica concreta de personajes inescrupulosos que utilizan medios vedados para obtener ganancias ilícitas.
El “modus operandi” puede cambiar, pero el objetivo sigue siendo el mismo: dinero.
Para que esto suceda tiene que haber por un lado personas que tengan el poder económico para corromper, y por otra lado, personas que tengan alguna capacidad de decisión política y se dejan corromper. La corrupción es casi siempre una simbiosis entre el poder económico y el poder político, entre empresarios deshonestos y políticos corruptos.
Pero si empezamos a generalizar y creer que todos los empresarios y todos los políticos son corruptos, lo mas probable es que en la lucha contra la corrupción vamos a dar manotazos de ciego. Vamos a terminar arrojando junto al agua sucia, la batea y al niño.
Para combatir la corrupción no basta indignarse. No basta con salir un día a la calle y exigir carcel para los corruptos, para luego terminar votando en las proximas elecciones por los mismos corruptos que hoy pedimos que los linchen.
¿De qué vale protestar un día contra la corrupción si luego terminanos votando por Castañeda o Keiko fujimori?
Para combatir la corrupción se necesitan medidas concretas que permitan luchar de manera efectiva contra la corrupción, sancionar ejemplarmente a los corruptos, acabar con la impunidad que hoy existe, pero tambien necesitamos crear conciencia ciudadana en el pueblo para saber distinguir entre un político honesto de un político corrupto.
Tiene que haber una alianza entre las fuerzas sanas y honestas que existen en la sociedad con los políticos honrados, que desde su propia opción política, luchan contra la corrupción.
Y esto es lo que realmente temen los corruptos. Que surjan políticos honestos que honren su palabra, que luchen por ideas y trabajen por el bienestar del pueblo. Políticos que se las jueguen por declarar la corrupción como un delito imprescriptible; por aplicar la muerte civil para los políticos y funcionarios que se dejen corromper; por sancionar a los malos empresarios que recurren a practicas corruptas para hacer negocios ilícitos; por fortalecer los mecanismos de control y depurar el Poder Judicial para que pueda cumplir a cabalidad con su rol de administrar la justicia de manera libre y correcta.
Por eso que es un error pretender que la movilización convocada por la CGTP para el jueves 16 de febrero tiene que tener un carácter a-político. Aceptar eso es sucumbir a la presión de determinados sectores de la derecha que se han lanzado a una campaña contra determinados dirigentes políticos bajo el discutible criterio de no permitir un supuesto “aprovechamiento político” de la lucha contra la corrupción.
La lucha contra la corrupción, para que sea eficaz, tiene que librarse principalmente en el plano político. Y en este campo felizmente las líneas están nítidamente demarcadas.