¿Verónika o Arana?

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Por Fredy León

El mundo es para quien nace para conquistarlo y no para quien sueña que puede conquistarlo, aunque tenga razón.
Fernando Pessoa

Seamos claros, la actual crisis que atraviesa el Frente Amplio es básicamente una crisis por la disputa del liderazgo político de este conglomerado izquierdista entre Verónika Mendoza y Marco Arana.

Esto no significa que no haya otros temas políticos importantes que sean motivos de debate y definiciones al interior del Frente Amplio; pero para decirlo con toda claridad, la madre de todas las discrepancias -en este momento- radica en definir quién de los dos representa mejor el proyecto político del Frente Amplio: quién tiene la capacidad para unir al pueblo, la visión política para transformar el país, las cualidades personales para dirigir la nación y la necesaria empatía y carisma popular para liderar el Frente Amplio y conducirnos a la victoria electoral el 2021.

Visto en blanco y negro la disputa del liderazgo aparecía como algo inevitable y normal, dado las características que tiene el Frente Amplio; además, era el desenlace final de ese proceso inconcluso que se inició con la elección, mediante el sistema de votación universal, del candidato presidencial del Frente Amplio, que sorpresivamente ganó Verónika Mendoza.

Pero lo que sí podía y debía ser evitable era que esa inevitable disputa interna por el liderazgo político llevara al Frente Amplio a una nueva crisis que ponga en riesgo todo lo conquistado por el FA.

La importante votación obtenida por el Frente Amplio en las elecciones presidenciales, la responsabilidad asumida en el Congreso de ser la segunda bancada parlamentaria y, sobre todo, las expectativas creadas hacia futuro, obligaban al Frente Amplio a reinventarse políticamente para poder enfrentar con éxito la nueva coyuntura y avanzar hacia el gran objetivo de ganar el gobierno el 2021.

Había primero que ordenar la casa; ello significaba realizar un balance político del proceso electoral y tener madurez y audacia necesaria para tomar las decisiones correctas en el momento oportuno: fortalecer la aún precaria unidad del FA, ampliarla hacia otros sectores de izquierda, defender con firmeza la identidad política de ser una fuerza transformadora y encarar con mayor convicción las luchas que se avecinan.

Luego de las elecciones, y a pesar que los resultados en términos generales fueron adversos para el movimiento popular, el viento político soplaba a favor del Frente Amplio. El 18% de votos obtenidos y el enorme prestigio ganado por Verónika, eran un apreciable capital político que debían convertirse en el nuevo punto de partida sobre el cual el Frente Amplio podía enfrentar los nuevos retos.

Pero lamentablemente cuando había que mirar el futuro, un sector del Frente Amplio quedó atrapado bajo esa mentalidad derrotista que parece añorar los tiempos donde las izquierdas no eran nada y se negó a reconocer la nueva realidad política surgida de los resultados electorales, donde esa izquierda del 0,2% pasó al 18%, y los nuevos repetidores de experiencias fracasadas no tardaron en encontrar motivos de sobra para volver la mirada al pasado y alentar a su militancia a pertrecharse en su diminuta capilla política con la consigna de defender esa su pequeña cuota de poder obtenido en las elecciones.

Y en medio de esa confusión, aparecieron en las redes sociales comedidos personajes, de esos que no aspiran siquiera a ser ayudantes de aguateros de un equipo de cuarta división, para pontificar oportunistamente a Marco Arana y encumbrarlo como dueño único del FA, probablemente con la idea sibilina de luego correr a tocar sus puertas para arrumarse a ese rincón con la única finalidad de seguir sobreviviendo.

La torpe decisión asumida por el sector de Tierra y Libertad -que detenta la personería jurídica del FA- de negarse a abrir los padrones de militancia para incorporar a los nuevos sectores, llevó al Frente Amplio a un estado de cuarentena absoluta, inmovilizó las nuevas potencialidades que surgían en el movimiento popular y bloqueó toda posibilidad para dar los pasos necesarios que hubieran permitido avanzar en ese urgente proceso de transformar las estructuras orgánicas del FA y trabajar para convertirlo en el corto plazo en una real alternativa de gobierno.

Es justamente esa estrechez de mira, el miedo al accionar de las masas, la falta de carisma, ese discurso pobre de ideas que se contenta con apelar a un pequeño retazo de país lo que limita ostensiblemente las capacidades de liderazgo nacional de Marco Arana.

El principal aporte de Arana –que nadie le niega- fue haber logrado la inscripción electoral de Tierra y Libertad y ponerlo a disposición de un proyecto más amplio; pero eso no puede llevarnos a desconocer que cuando tuvo que pasar su primera prueba de fuego, Marco Arana a duras penas consiguió salir elegido congresista con una exigua votación de tan solo 8,500 votos, es decir el 0,28% del total de votos obtenidas por Verónika Mendoza.

La candidatura de Marco Arana no aportó nada en términos de votos a la lista del Frente Amplio.

Hay que ser demasiado irresponsable para que con ese “apoyo popular” pretender cuestionar la capacidad de liderazgo de Verónika que obtuvo casi 3 millones de votos, contribuyó a dotarle de un perfil político y fue un factor decisivo para que el Frente Amplio tenga hoy esa numerosa bancada en el congreso.

En situaciones de crisis de representatividad política y de una extrema fragilidad de los partidos políticos, el papel de las personalidades cobra mayor importancia. Ejercer el liderazgo político, en condiciones donde las masas populares viven en un estado pasivo, exige mucha responsabilidad y demanda tener ciertas cualidades que no todo dirigente político llega a adquirir.

Como he afirmado en varias ocasiones, Verónika Mendoza ha logrado posicionarse en el imaginario popular de un importante sector de la población como su principal referente político por la claridad de sus ideas, la transparencia de su conducta, su carisma personal y la autoridad de su palabra. Es un liderazgo que se juega en los momentos difíciles, que apela a las masas y otorga razones para luchar; tal como cuando en esa situación de por sí complicada, decidió llamar a votar por PPK, decisión que contribuyó de manera rotunda a la derrota del fujimontesinismo en la segunda vuelta.

Ese liderazgo ganado en la lucha cotidiana se refuerza con la actitud asumida por Verónika de apelar a la voluntad de las masas populares para refrendar su liderazgo político. Frente a la disputa en el Frente Amplio, hubiera sido más sencillo para Verónika librar esa batalla en las alturas y buscar una salida burocrática para definir ese impasse.

Pero a contracorriente de lo que están acostumbradas las cúpulas izquierdistas que viven aislados de las masas populares y sobreviven buscando subirse al coche que esté disponible, Verónika ha optado por el camino más complicado y arriesgado que no piensa únicamente en una candidatura presidencial, sino en la importancia clave que tiene construir un referente político que sea expresión de la voluntad popular.

Verónika no se queda atrapada en el momento político sino que busca construir ese nuevo movimiento político y social para influir sobre el curso de los acontecimientos, y entiende que este proceso es “una lucha constante por modificar las relaciones de fuerzas sociales” para poder aspirar a ser gobierno el 2021.

La decisión de iniciar la campaña de recolección de firmas para inscribir un nuevo movimiento político que busca democratizar de raíz las decisiones al interior del Frente Amplio y acabar con el monopolio legal que posee Marco Arana, es la demostración más contundente que el nuevo liderazgo de Verónika Mendoza no se construye en las alturas ni es la voz mesiánica de alguien que clama en el desierto. Es un liderazgo que ha surgido del calor popular, y que en medio del conflicto social busca refrendar ese liderazgo para construir esa nueva mayoría política y social que pueda ser la fuerza protagónica en la lucha por la transformación de la patria.

Ese es el mérito indiscutible de Verónika Mendoza, una líder surgida del pueblo y llamada a desempeñar un rol importante en la historia de nuestra patria.

 

 

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"Nada de lo que es humano me es ajeno." Federico Engels
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2 respuestas a ¿Verónika o Arana?

  1. Antonio la Hoz dijo:

    el Problema del FA no es un tema de liderazgo, eso ya esta resuelto en las ánforas. que como sabemos también tiene fecha de vencimiento sino se consolida en la etapa post electoral. el problema es otro, es un problema de orden electoral. y los que han adelantado las elecciones son el entorno de Vero ella misma. sino veamos los acuerdos del PS, de los disidentes de SEMBRAR, los que se fueron de TyL, los afanes de Dammert y compañía, de los reciclados del MRTA en PU y de Tito Prado de poner al CP al servicio de la campaña electoral. si analizamos tan variopinto amasijo podremos colegir que el asunto es un tema de quien va a controlar el proceso 2018 y 2021, y por controlar hablo de candidaturas.

    para ello nada de construir una herramienta política que busque representar intereses populares, lo que están construyendo es una maquinaria electoral, y para ello son útiles todos los aspirantes a candidatos, no importa de donde vienen y de donde se han reciclado, como los exterroristas del MRTA, lo que importa es la maquinaria electoral que lleve a la única, a la insustituible, a la irremplazable a la presidencia de la república y con ella todo un séquito de ayayeros y demás yerbas.

    el tema es democratizar el FA y para ello hay que abrir los padrones de TyL inscritos en el JNE. solo una experiencia elemental: Cuantos candidatos al congreso de la república están inscritos en los padrones de TyL? no olvidemos que uno de los artículos del Estatuto de TyL dice expresamente que solo pueden ser candidatos los que están en el Padrón de militantes? si ello es así, entonces, ni indira, ni ceballos patron, dammert, quintanilla hubiesen podido ser candidatos y ahora congresistas, que paso? el JNE se hizo de la vista gorda? NO, lo que paso es que el JNE reconoció el proceso de democratización del FA y lo incorporo como sustento de legitimidad para ser candidato. en vez de propiciar la continuidad de tal reconocimiento legal, el séquito de ayayeros impulso la apropiación del FA para sus fines e intereses. allí se pudo apreciar que estos han perfeccionado sus métodos -todos vedados y viles- para imponer sus pretensiones.

    el problema, entonces, es un tema electoral y el liderazgo construido con mucho esfuerzo esta siendo dilapidado en maniobras y demás porquerías. por lo menos las encuestas nos dicen que va cuesta abajo. lo cual es haber trabajado tanto para terminar en nada.

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    • Wirataka dijo:

      Estamos hablando de gobernar el país y para ello no se necesita tener únicamente una buena candidata, se necesita sobre todo contar con una organizacion politica y con un movimiento social fuerte que sea capaz de asumir esa responsabilidad de gobernar el país y llevar adelante las politicas de cambio. La virtud de Verónika es que ella si es conciente de la responsabilidad que implica gobernar el país, por eso su preocupación por construir organización, generar conciencia, crear responsabilidad, trabajar con disciplina y contar con un equipo de tecnicos, profesionales y activistas políticos que compartan la misma visión política y se juegen todos por el país.

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