Por Fredy León
Seamos claros, la moción que la derecha en su conjunto ha presentado en el Congreso no es de solidaridad con el pueblo venezolano, es una moción de solidaridad con la oligarquía venezolana que lucha desesperadamente por volver a recuperar el poder perdido.
Y que esa iniciativa haya sido impulsada por el Apra, tampoco es casual.
El actual presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, Henry Ramos Allup, es un connotado dirigente de Acción Democrática, organización política que tiene estrechos vínculos históricos con el Apra. No está demás recordar que durante el mandato del fallecido ex presidente Carlos Andrés Pérez, corrupto y siniestro personaje de la vieja política venezolana y amigo íntimo de Alan García, Venezuela vivió las horas más difíciles y dramáticas de su historia y que tuvo su momento trágico en el famoso caracazo de 1989 con la terrible matanza, perpetrada por las fuerzas armadas venezolanas, de cientos de venezolanos que protestaban contra la brutal política de ajuste estructural impuesta a sangre y fuego por Acción Democrática.
¿Es realmente tan dramática la situación actual de Venezuela que justifica una declaratoria de guerra de parte del Congreso? No lo creo. Venezuela, como la mayoría de países latinoamericanos, tiene sus problemas, graves, pero no está al borde del abismo o a las puertas del infierno, como suele presentar la derecha, siempre ingeniosa para vendernos una imagen apocalíptica de Caracas, pero muy hábil para maquillar otras realidades, como los índices de violencia política que sacude México.
Mas dramático es lo que viene sucediendo en Brasil, con ese golpe de estado que la derecha viene ejecutando de manera milimétrica, pero parece que ese flagrante atentado a la democracia brasileña, encabezado por una clase política corrupta hasta su tuétano, no incomoda a sus pares peruanos que hoy controlan el Congreso y que juegan a disputarse el rol de quién es el más furibundo adversario del gobierno venezolano.
La oligarquía venezolana, luego del histórico triunfo electoral obtenido por Hugo Chávez en 1992, se dedicaron a conspirar para intentar recuperar el poder perdido. Nunca reconocieron sus derrotas, en cada proceso electoral se especializaron en gritar fraude, y cuando tuvieron la oportunidad, no dudaron en tramar un golpe de estado, que fue ruidosamente celebrado por los que hoy promueven esa moción en apoyo a la oligarquía venezolana.
Si uno lee con detenimiento la moción de marras, se dará cuenta que los argumentos que esgrimen son de lo mas endeble. Tildar de dictador a Maduro porque a los neoliberales no les gusta la política económica que se aplica en Venezuela es, por decir lo menos, una extravagancia. Pero visto en su real dimensión, la economía es el principal campo de disputa política. A los neoliberales nunca les ha gustado la idea que el estado venezolano tenga el control sobre su petróleo. La libertad que ellos propugnan es la libertad del gran capital para tomar el control sobre los recursos naturales, tal como sucede en nuestro país. No es el bienestar de los venezolanos lo que les quita el sueño, son las oportunidades para hacer negocios con el petróleo venezolano lo que realmente les preocupa.
Por eso que cuando salen en defensa de la Asamblea Nacional como “expresión legitima del pueblo venezolano” sospechosamente callan en todos los idiomas y desconocen que el gobierno de Maduro tiene esa misma legitimidad popular que reclaman para la Asamblea Nacional. La oposición nunca reconoció el triunfo electoral de Nicolás Maduro ¿Quiénes son los autoritarios y antidemocráticos?
La Asamblea Nacional no está investida de ningún poder supraconstitucional, su accionar tiene que estar enmarcado en el respeto a lo que manda la Constitución Venezolana, de ahí que cuando “aprobaron” la amnistía para Leopoldo López, el Tribunal Supremo de Justicia tuvo que declarar que esa decisión era inconstitucional. La Constitución Venezolana prohíbe la amnistía para delitos que tienen que ver con la violación de los derechos humanos.
Leopoldo López está condenado por haber llamado a derrocar al gobierno constitucional de Nicolás Maduro, aventura que originó la muerte de 43 venezolanos. ¿Por qué no mencionan eso en su moción? Si piden la libertad de López, ¿por qué no son mínimamente coherentes y piden también la libertad de Antauro Humala, condenado por el mismo delito que el venezolano?
Su obsesión con Venezuela los lleva a hacer el ridículo. El pedido que hacen para que la OEA intervenga en los asuntos internos de Venezuela, ha sido derrotado en el seno mismo de la OEA. Esa socarrona maniobra realizada por su Secretario General, el uruguayo Luis Almagro, para que activen la carta democrática contra Venezuela, no tuvo el respaldo de los países miembros de la OEA.
La derecha quiere volver a tocar los tambores de guerra contra Venezuela, creen escuchar el sonido de los cañones, pero lo único que tienen a su alrededor es el zumbido de las moscas.
El pueblo de Venezuela, a pesar de los graves problemas que vive, ha demostrado una magnífica capacidad de resistencia. Ellos saben por experiencia propia que vale la pena luchar por mantener los importantes logros alcanzados con la revolución bolivariana y por defender la independencia de su patria. Es una lucha titánica, enfrentados contra poderes que parecen invencibles, que manipulan, mienten, tergiversan la realidad, pero como decía el gran dramaturgo comunista alemán, Bertolt Brecht “El que quiera luchar hoy contra la mentira y la ignorancia y escribir la verdad tendrá que vencer por lo menos cinco dificultades. Tendrá que tener el valor de escribir la verdad aunque se la desfigure por doquier; la inteligencia necesaria para descubrirla; el arte de hacerla manejable como un arma; y el discernimiento indispensable para difundirla.”